Propósito

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7.18.2007

Acercamiento mínimo (y atrevido) a Casablanca

Cualquier “top ten” o incluso “top fourty” que se haga de las “mejores películas” siempre tendrá que partir de un punto de vista específico, muchas veces etnocéntrico… Lo que viene a ser lo mismo que decir que “todo es cuestión de gustos”… Pero luego cada uno o cada grupo se pone a criticar los “gusticos” de los demás y a supravalorar los propios. Y hasta en esa infinita variabilidad es que está lo más bacano del mundo.

Por eso me parece que esos escalafones de maravillas del mundo o de mejores películas o grupos musicales producidos por esa nueva “democracia” mediática de las comunidades virtuales están atravezadas por múltiples factores –políticos, económicos, mediáticos, publicitarios- sobre los cuales no voy a extenderme aquí. Lo que rescato de toda esa parafernalia –sibilinamente alimentada por El Poder (con mayúculas, es decir, el hegemónico)- es que se presta para que los que CINEMBARGO siguen enamorados del arte del cine se pongan a discutir, destrocen las listas “oficiales” y propongan las suyas.

Toda esta introducción para contextualizar la discución acerca de Casablanca y su figuración en el más reciente y publicitado establecimiento de las 10 mamás de todas las películas made in Hollywood. Y no es que ese “sagrado bosque” no haya producido películas de calidad, sino que ante las cinematografías emergentes –y divergentes- en el resto del mundo y en la propia USA puede decirse tranquilamente que “se les acabó el reinado”, aunque sea sólo para una selecta minoría (infortunadamente) de amantes del cine como arte.

A mi juicio, sin duda Casablanca merece estar en la susodicha lista holywoodense, no por lo que se parece al estereotipo que tenemos sobre dicha cinematografía, sino precisamente por lo que difiere de ella, aunque en el fondo ese distanciamiento no es radical o completo. Muchos elementos temáticos o técnicos podrían ser tomados en cuenta para ilustrar mi afirmación, pero me interesa aquí específicamente la construcción de uno de los personajes del film.

El personaje construido por Humprey Bogart se aparta de los valores tradicionales norteamericanos en la medida que encarna un prófugo de la justicia, de nacionalidad “ebrio”, que estuvo del lado republicano en la Guerra Civil Española, y que también se hace cargo de críticar la política exterior norteamericana del momento de la historia. La trama hace pensar en un sujeto que, ante los acontecimientos, tomará partido en su único y exclusivo beneficio. Pero en últimas –y a pesar de la crítica a una norteamérica “dormida” ante el peligro del fascismo- nuestro personaje opta por salvar a Viktor, cuya importancia para la resistencia es presentada como crucial en la trama.

Rick es el “tipo duro” sobre el cual se ha creado todo un culto y una iconografía. El teso, el que tiene siempre una respuesta cargada de corrosivo e irreverente humor, pero que sin embargo se quiebra, y esa es otra de las virtudes de la película, su exploración y exposición de un muy interesante tipo humano, todo ello acotado por un excelente trabajo de vestuario, utilería e iluminación. Las maravillas del blanco y negro se muestran en todo su esplendor como elemento simbólico de los ambientes sórdidos y cargados de energía y tensión en que transcurre la historia, la cual no cae en la predecibilidad de lo más grueso de la producción hollywoodense.

Pero a pesar de todos estos distanciamientos con respecto a ese odiado estereotipo que no dejo de reconocerle a Casablanca, muy en el fondo me queda el sinsabor de que esta película no se pudo apartar del todo del núcleo de la “construcción de héroes” made in U.S.A. Al fin de cuentas el héroe que se sacrifica y sacrifica a la chica en aras de los sagrados intereses sigue siendo norteamericano aunque desarraigado.

Y es héroe ante el mundo al salvar a Viktor, con lo cual hace su contribución (o pone su granito de arena, como dicen los genios del fútbol) a la lucha de la democracia occidental contra el fascismo, porque a Viktor hay que salvarlo por eso, por que no es cualquier ser humano.

Y es héroe ante la chica porque el personaje de Ingrid Bergman reproduce el modelo de la hermosa, deslumbrante y, por lo mismo, indescifrable mujer, todo sentimientos, enfrente de la cual se prueban los pantalones del más berraco héroe, es decir, el que es capaz de dejarla ir.

Y es héroe ante el modelo de la autoridad francesa –no exenta de atributos más propiamente británicos, lo cual no deja de ser una indirecta-, sin duda antinazi, pero parapetada en el oportunismo del colaboracionismo y mostrada más como la picaresca de “lograr” en todas las situaciones que como un serio colaborador con los ocupantes o como un amargo opositor en busca de una oportunidad.

Se trata del héroe con rasgos de anti-héroe, pero al fin y al cabo héroe. Que da ejemplo de entereza de carácter, imperturbable ante el destino y al fin de cuentas norteamericano, aunque su cartel de pertenencia nacional sea el aviso de su bar.

Juan Sin Tierra

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un comentario bastante "cesudo", o "sesudo", no sé.