Propósito

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7.15.2007

Una película para recordar

Casa blanca



Nunca acostumbro interrumpir la visualización de una película, y mucho menos retomarla ocho días después, talvez sea por el temor a olvidar cosas importantes o perder la línea del argumento ya que no gozo de muy buena memoria. Con Casa blanca fue diferente, porque hay algo en esa película que me obliga a recordarla no como conjunto, sino como imágenes independientes de una gran belleza, no puedo dejar escapar esos planos iluminados de una forma tan sutil y elegante.
Cuando pienso en Casa blanca pienso en dos elementos: el primero es la fotografía. Sigo pensando que el blanco y negro facilita un poco más –por lo menos en esta época- el trabajo con la iluminación de alto contraste, porque si el alto contraste en cine se refiere a la intensidad de luces y sombras dentro de una imagen, con el blanco y negro sólo hay que pensar en dos colores, mientras que en la actualidad la cantidad de colores aumenta y puede ser más difícil buscar la intensidad exacta de cada color; cinembargo, en la mayoría de las producciones actuales que buscan establecer el blanco y negro como recurso narrativo o lo utilizan por el gusto de mostrar las texturas que permiten “sentir” estos dos colores, no se logra establecer una atmósfera al menos parecida a la de Casa blanca, talvez sea porque ya nos acostumbramos al color. Un ejemplo que me contradice, es un cortometraje llamado “Alguien mató algo” de un realizador paisa en el que el blanco y negro si puede tomarse como un tributo a películas de época. Estoy intentando conseguirlo.

Volviendo al campo de la fotografía y para no ser reiterativos en el tema de la iluminación, me gustaría intentar destacar la majestuosidad de la composición. Al ser parte de los espectadores que se emocionan y se encantan en el cine, siento una profunda satisfacción cuando los directores buscan experimentar con los mismos y únicos planos existentes nuevas formas de representar, porque me envuelven y me atrapan los directores que se esfuerzan por dejar el clasicismo cinematográfico. No deja de resultarme un poco extraño nombrar a Casa blanca dentro de esas películas teniendo en cuenta la época en que se filmó, una época en que los directores buscaban sólo imágenes “limpias” basándose en todas las reglas que no se debían olvidar: el rompimiento de eje, los raccord de dirección y movimiento, raccord de la mirada, y una lista mucho más extensa de prohibiciones que caracterizaban el clasicismo de la época. La composición visual de Casa blanca no está condicionada a éstas reglas ni a la tan adorada ley de tercios, sino que la determina los personajes, porque en cada plano el director intenta darnos una dosis del alma de cada uno, porque el juego con copas, cigarrillos, sombras, las posiciones y la dirección en el encuadre, intenta mostrarnos –sin mucha ostentosidad ni movimientos- el campo físico, social y sicológico de los personajes, osea, su tridimensionalidad, aspecto que –en mi concepto- logra de una manera magistral.

El segundo y último aspecto que me gustaría nombrar tiene que ver con la caracterización de los personajes. Es importante tener en cuenta que un actor busca reconocerse en su personaje desde el vestuario, el maquillaje, la forma en que se mueve, su gesticulación, pero sobre todo, por lo que dice. Cada vez que los personajes de Casa blanca dicen algo –especialmente los dos principales- , nos están diciendo lo que son, nos están invitando a ser parte de su motivación, eso se puede sentir en la forma como dicen esos textos que parecen no estar planeados por lo naturales que se escuchan, textos que nos dejan ver la mayor característica de esta película: dejarnos claro qué quieren los personajes en cada escena y qué los mueve a realizar las acciones que vemos, y esto en gran parte es maestría del director, porque no deja que sus actores se salgan de las situaciones que pretende establecer el guión. No es difícil darse cuanta de la estabilidad emocional de cada personaje, incluso, yo pude sentir que ese bar también tenía sentimientos, pude sentir que los personajes se convirtieron en personas que talvez existieron realmente, porque su personalidad fue la misma durante toda la película, porque lo que hicieron me pareció convincente, porque los identifiqué desde el inicio, porque pude sentir la tristeza de ese amor, y finalmente, porque me dieron dos de las mejores horas frente a una pantalla.


ERIKA

1 comentario:

Jaime Hernando Hincapié López dijo...

Hola Erika

Precioso comentario... qué bueno leerte...